Estrés: conozca los síntomas, las causas, los tipos, cómo afrontarlo y mucho más.

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Jennifer Sherman

Qué es el estrés

El estrés es una respuesta del cuerpo a las tensiones experimentadas y a otros estímulos que generan una cierta desregulación del organismo. Dependiendo de factores como las causas, la forma de manifestarse, la intensidad y la duración, puede caracterizar un cuadro clínico de trastornos mentales.

En condiciones normales, no es necesariamente algo malo. Si esta respuesta existe en nosotros, es porque es necesaria de alguna manera. Pero incluso cuando experimentamos un estrés ocasional y dentro de lo que se considera normal, nos molesta mucho a nosotros y a las personas que nos rodean. Por eso es importante trabajar para reducirlo al máximo.

En este artículo, aprenderá más sobre las posibles manifestaciones de esta condición, así como otra información sobre el estrés - incluyendo cómo evitarlo y cómo lidiar con él.

Significado del estrés

Aunque la idea es fácil de entender, es difícil definir con precisión lo que sería el estrés. Es uno de esos casos en los que todo el mundo sabe de qué se trata, pero pocos saben cómo explicarlo.

Incluso entre los estudiosos, puede haber divergencias en el concepto, pero hay una esencia común a todas las definiciones. Vea a continuación un poco más sobre qué es el estrés y cómo se manifiesta.

Definición del término "estrés

La palabra "estrés" es la versión portuguesa de " estrés "Existe la hipótesis de que esta palabra surgió como una abreviatura de " angustia "Es una palabra inglesa que hace referencia a las respuestas emocionales y físicas ante una situación que genera ansiedad o angustia.

Los orígenes etimológicos de la palabra "estrés" son un poco inciertos, pero es un hecho que está relacionada con algunas palabras latinas, como " strictus "También se relaciona en los diccionarios con la palabra "estricción", que significa el acto de comprimir.

Desde su origen, por tanto, la palabra denota tensión, y describe bien lo que hay detrás de las posibles causas de la afección y las manifestaciones corporales que la acompañan. Según el diccionario Michaelis, el estrés es un "estado físico y psicológico provocado por agresiones que excitan y perturban emocionalmente al individuo, llevando al organismo a un nivel de tensión y desequilibrio".

Personas estresadas

Las personas que viven una situación de estrés o que lo sufren de forma recurrente pueden ser muy incomprendidas por quienes las rodean. Esta condición tiene un impacto directo en el estado de ánimo, al fin y al cabo suele generar mucha irritabilidad.

Las personas estresadas pueden ser tachadas de molestas, groseras o agresivas, lo que empeora la situación, ya que los juicios y las exigencias de los demás también son elementos estresantes.

Por eso, si notas que alguien puede estar sufriendo estrés, es importante ser comprensivo y acogedor, sobre todo porque nunca sabemos exactamente por lo que está pasando la otra persona.

Y si eres tú el que sufre esta condición, céntrate en desarrollar estrategias para canalizar y gestionar tus emociones y evitar reaccionar ante los demás de forma impulsiva. Si hay espacio, habla con los que te rodean y expón la situación para que la gente adopte una actitud más comprensiva hacia ti.

Estrés positivo

Siempre que vemos a alguien hablar de estrés, la palabra tiene una connotación negativa. Pero, aunque no lo creas, existe el estrés positivo. Considerando el estrés como una respuesta de tensión y agitación, esto también puede aplicarse a sensaciones como la euforia.

¿Sabes ese escalofrío en el estómago antes de ver a una persona de la que te acabas de enamorar? Esto forma parte de la respuesta de tensión de tu cuerpo, pero como es un motivo más positivo, esta tensión recibe el nombre de "eustrés" o "eustrés".

El eustrés puede existir en muchas otras situaciones, como el nacimiento de un hijo o la superación de un examen. A pesar del contexto positivo, también representa para el organismo una sobrecarga de emociones, y puede provocar cierto sufrimiento. Al fin y al cabo, las respuestas físicas son muy similares a las de un estrés "negativo", como el corazón acelerado.

En contraposición a eustress, tenemos distress, que viene del inglés angustia (Mientras que el eustrés está relacionado con la satisfacción, el estrés está vinculado a una amenaza (que puede ser real o no). En este artículo nos centraremos principalmente en el segundo tipo.

Nivel de estrés

Según una teoría que comenzó a desarrollar el endocrinólogo Hans Selye y que fue desarrollada por la psicóloga Marilda Lipp, existen cuatro niveles o fases de estrés.

1. alerta: Es la fase en la que se inician las reacciones bioquímicas en el organismo. Comienza ante la presentación de la posible amenaza o situación generadora de tensión, y da lugar a la famosa respuesta de lucha o huida ( lucha o huida La taquicardia, la sudoración y la tensión muscular son comunes durante esta fase.

2. resistencia: Cuando la situación que generó la fase de alerta persiste, el organismo pasa a la fase de resistencia, que es un intento de adaptarse a la situación. Los síntomas de la fase anterior tienden a disminuir, pero el individuo puede sentirse agotado y tener dificultades en relación con la memoria.

3. cuasi-agotamiento: Los problemas de piel y los problemas cardiovasculares, por ejemplo, pueden aparecer en las personas más propensas durante esta fase.

4. agotamiento: Los trastornos psíquicos y las enfermedades físicas suelen aparecer con mayor frecuencia y fuerza en esta fase, cuando el individuo ya está totalmente agotado por el estrés. Las personas con tendencia a la gastritis, por ejemplo, pueden notar un empeoramiento e incluso presentar úlceras en esta fase.

Estrés en el trabajo

El trabajo es una fuente muy común de estrés (más concretamente, de tensión). El entorno laboral puede ser muy exigente y, a menudo, incluso hostil, y las exigencias pueden acabar provocando una sobrecarga. Las situaciones que generan el miedo a perder el trabajo también son muy estresantes, ya que representan una amenaza.

Además, para los que trabajan fuera de casa, la convivencia con los compañeros de trabajo puede generar muchas tensiones (aunque también tiene sus aspectos positivos). Es muy difícil tener una armonía total con todos los compañeros de trabajo y con los que están más arriba en la jerarquía, y es habitual que se den situaciones en las que hay que "tragarse la rana".

Incluso para los que trabajan en la oficina en casa, el trato, aunque sea a distancia, con otras personas puede ser una fuente de tensión, así como el propio trabajo, ya que no hay manera de que sea agradable todo el tiempo. Por estas y otras razones, muchas personas que experimentan estrés tienen el trabajo como una de sus principales fuentes.

Consecuencias del estrés

Seguramente has experimentado los famosos "nudos" en los músculos de la espalda después de un momento de estrés. Esto se debe a la tensión muscular, que es una de las consecuencias más comunes del estrés. Esta tensión también puede dar lugar a otras manifestaciones incómodas, como la rigidez de cuello (lo que llamamos "tortícolis").

La presencia de irritabilidad también es muy común en situaciones de estrés. Puede notar que se le agota la paciencia y se enfada por cosas triviales que normalmente no provocarían tal enfado, por ejemplo. También es común la presencia de ansiedad, una condición que puede manifestarse de diversas maneras, como comerse las uñas o comer compulsivamente.

La desregulación que el estrés provoca en el organismo también puede causar problemas de sueño, siendo el insomnio el más común. En el caso de las mujeres, puede haber una desregulación del ciclo menstrual, lo que provoca un retraso en la menstruación.

Además de todas las consecuencias que una persona estresada puede observar en su propio cuerpo, también pueden producirse daños sociales. Debido a los cambios de humor, como la irritabilidad, la convivencia con esta persona puede ser un poco difícil, lo que puede perjudicar sus relaciones interpersonales.

Tipos de estrés

Hay varias formas de experimentar el estrés, y en algunas situaciones puede incluso considerarse un trastorno. Pero cuidado: los trastornos sólo pueden ser diagnosticados por profesionales cualificados. Compruebe a continuación algunas posibles presentaciones del estrés.

Estrés agudo

El estrés agudo está vinculado a una situación traumática concreta, que puede ser amenazante o generar tensión y angustia. Puede ocurrir, por ejemplo, ante una amenaza de muerte o al presenciar un accidente.

El diagnóstico del trastorno por estrés agudo depende de los síntomas que se presenten y de su frecuencia e intensidad. Afortunadamente, el trastorno es temporal, pero puede causar mucho sufrimiento mientras está presente.

Estrés agudo episódico

Muy similar al estrés agudo, el estrés agudo episódico se diferencia de éste por ser más persistente. Una persona con esta condición presenta manifestaciones de estrés recurrentes con cierto espaciamiento entre ellas.

Estrés crónico

Las enfermedades crónicas son aquellas que tienen una duración muy larga y que, para ser tratadas, dependen de un cambio en el estilo de vida del individuo. Esto se aplica al estrés crónico, que recibe este nombre cuando forma parte de la vida cotidiana.

Las personas que sufren de estrés crónico suelen tener una rutina muy estresante y experimentan síntomas de estrés con mucha frecuencia. Esta condición es un factor de riesgo para varios trastornos psicológicos, como la depresión y la ansiedad, así como para varias enfermedades físicas.

Causas del estrés

El estrés puede estar provocado por cuestiones externas independientes del individuo o por cuestiones internas. También es frecuente que esté influenciado por causas externas e internas al mismo tiempo.

Causas externas de estrés

Las causas externas afectan más fácilmente a las personas que ya son propensas al estrés, pero dependiendo de la situación pueden generar estrés en cualquiera. Es común que provengan del trabajo o de la familia, que desordenan nuestras estructuras cuando algo va mal.

También es muy frecuente que las causas externas de estrés provengan de asuntos amorosos y problemas financieros, que pueden generar mucha angustia y preocupación. Los períodos de adaptación a cambios importantes también suelen ser muy estresantes.

En situaciones como ésta, es importante ser comprensivo con uno mismo. No te rindas, pero entiende que es perfectamente normal sentirse así y que pasará. Pero eso no significa que no debas buscar formas de aliviar el estrés.

Causas internas de estrés

Las causas internas implican una mayor propensión a desarrollar el estrés, y también pueden intensificarlo una vez que ya se ha instalado. Siempre están en interacción con las causas externas, y una causa externa que puede no generar estrés en una persona puede generarlo en otra, en función de sus cuestiones internas.

Las personas muy ansiosas, por ejemplo, son mucho más susceptibles a los desencadenantes externos, ya que están constantemente preocupadas y se angustian más ante determinadas situaciones. Quienes tienen expectativas muy altas y poco realistas también son más susceptibles al estrés, ya que es habitual que sus expectativas no se cumplan, lo que genera frustración.

Si ves que te estresas con facilidad, párate a pensar cómo manejas las situaciones y qué características en ti pueden contribuir a esta predisposición. Identificar estos aspectos es una buena manera de empezar a trabajar para sufrir menos.

Factores que contribuyen al estrés

El estrés suele ser multifactorial, es decir, tiene más de un factor en su origen y en su proceso de mantenimiento, pero es posible aislar los posibles factores para entenderlos mejor, aunque muchos de ellos tengan puntos de intersección.

Por ejemplo, los factores familiares se mezclan con los factores emocionales que intervienen, ya que los problemas familiares tienen repercusiones emocionales. A continuación, se presentan algunos posibles factores, divididos de forma didáctica para facilitar su comprensión.

Factores emocionales

El estrés siempre está relacionado con el estado emocional de quien lo padece. Como ya sabes, afecta al estado emocional, porque genera irritabilidad, además de otros posibles estados emocionales incómodos. La propia irritabilidad que provoca el estrés ya actúa como factor de mantenimiento del mismo, al fin y al cabo, cuando te irritas con algo, tu nivel de estrés aumenta.

Pero incluso si no está experimentando estrés, algunos factores emocionales pueden aumentar su propensión a padecerlo. Por ejemplo, si está molesto por una situación o es una persona naturalmente más sensible, las posibilidades de experimentar estrés son mayores. Los factores emocionales forman parte de las causas internas del estrés.

Factores familiares

Los problemas familiares son una fuente de estrés muy común. Se pueden considerar, en cierto modo, como factores sociales (que verás más adelante), al fin y al cabo la familia es el primer círculo social en el que estamos insertos. Pero sus impactos pueden ser mucho mayores, porque el vínculo que tenemos con las personas de la familia suele ser más profundo, por lo que estas personas pueden afectarnos mucho más.

Los niños que experimentan la separación de sus padres, por ejemplo, pueden presentar síntomas tempranos de estrés que dificultan su rendimiento escolar. La enfermedad de un familiar cercano también es capaz de generar una ola de estrés en varios miembros de la familia, que se preocupan por el ser querido.

Los conflictos familiares también son altamente estresantes por las tensiones interpersonales y, en consecuencia, por la tensión que generan internamente en cada uno de los implicados (e incluso en las personas de su entorno). Además, las personas que viven en un entorno conflictivo no tienen el hogar como un refugio seguro donde relajarse, porque el propio hogar acaba convirtiéndose en una zona de tensión.

Factores sociales

Las dificultades sociales también son muy estresantes; al fin y al cabo, los seres humanos son seres sociales y el contexto social les afecta enormemente. Por ejemplo, los adolescentes que sufren acoso escolar experimentan un intenso estrés debido al acoso que sufren y a la sensación de no encajar en el grupo.

Estos factores sociales suelen ser más sutiles en la edad adulta, pero existen. Podemos utilizar como analogía una situación en la que alguien no se lleva bien con sus compañeros de trabajo y no es invitado a los momentos de ocio del equipo. Esta es una situación estresante, ya que el individuo puede sentirse inadecuado y frustrado, entre otras emociones negativas.

Factores químicos

Durante la experiencia del estrés, especialmente en la fase inicial, el cuerpo libera ciertas hormonas, que tienen la función de generar esa conocida reacción de lucha o huida (Entre las sustancias liberadas está el cortisol, también conocido como la "hormona del estrés".

El cortisol, en sí mismo, no es malo. Es sumamente importante para regular algunos aspectos del organismo, como la presión arterial y el estado de ánimo. Sin embargo, una situación de estrés implica niveles de cortisol por encima del nivel común. La producción excesiva de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que ocurre durante el estrés, provoca síntomas como la irritabilidad y la taquicardia.

Y una vez que se ha alcanzado un pico de estas hormonas, el individuo puede experimentar la sensación de cansancio y fatiga, que caracteriza a las fases más avanzadas del estrés, por lo que es perjudicial para el organismo esta producción excesiva, que es a la vez consecuencia y causa del estrés.

Además, los desequilibrios hormonales pueden hacer que el individuo sea más propenso al estrés. Por ejemplo, las mujeres suelen pasar por una fase de oscilación hormonal justo antes de su periodo menstrual, conocida como SPM (Tensión Premenstrual), que conlleva síntomas como una sensibilidad exacerbada y mucha irritabilidad, lo que se traduce en un periodo estresante.

Factores de decisión

Las situaciones que implican la toma de decisiones también tienen un alto potencial estresante, especialmente cuando se trata de una decisión muy importante. Este contexto puede generar mucha presión psicológica, que desencadena respuestas de estrés en el organismo.

Factores fóbicos

Una fobia es un miedo exacerbado y aparentemente irracional a algo concreto. Su origen es incierto y puede aliviarse mediante intervenciones como la psicoterapia. Las personas que padecen fobias suelen experimentar respuestas de estrés ante el estímulo que constituye el foco de la fobia.

Por ejemplo, las personas con fobia a las polillas (motofobia) pueden sentir que su corazón se acelera y empezar a hiperventilar al ver una polilla posada en una pared cercana, y tienden a querer abandonar el entorno. Peor aún si el insecto vuela: la respuesta de lucha o huida suele convertirse en una respuesta de escape, y no es raro que la persona salga corriendo.

Otra fobia común es la fobia a las agujas o a las situaciones que implican perforación de la piel (aicmofobia). Las personas con esta fobia que están a punto de someterse a un análisis de sangre, por ejemplo, tienen muchos problemas. Además de mostrar los síntomas de la fase inicial de estrés, estas personas pueden mostrar respuestas de huida, como un impulso repentino de ir al baño en el momento, o respuestas de lucha, como golpear la mano del profesional.

Factores físicos

Estos factores tienen mucho que ver con los hábitos: situaciones que no respetan las necesidades básicas del cuerpo, generando una sobrecarga en el mismo. Por ejemplo, una mala alimentación y un sueño insuficiente nos dejan mucho más propensos a desarrollar estrés.

No es infrecuente que los factores físicos estén relacionados con una rutina de trabajo inadecuada, ya que la excesiva exigencia laboral y la escasez de tiempo pueden dar lugar a una falta de atención a las necesidades básicas del cuerpo. Estos factores conllevan un alto riesgo de estrés crónico, así que ¡cuidado!

Factores de la enfermedad

Los problemas de salud pueden generar cambios bruscos en la rutina y muchas preocupaciones, por lo que son situaciones muy estresantes, que requieren mucho cuidado en su manejo y no son fáciles de afrontar.

Si se trata de una enfermedad grave, la amenaza a la vida del individuo genera ciertamente mucha angustia y tensión, pero incluso si se trata de algo más leve, puede generar mucha preocupación, principalmente por el impacto en la productividad de los enfermos.

Factores de dolor

Sentir dolor siempre es incómodo. Cualquier persona que tenga dolor, ya sea porque se ha lesionado o como resultado de una enfermedad, puede volverse muy irritable y mucho más propensa al estrés.

El dolor también repercute en la productividad y en la ejecución de las actividades rutinarias. Este impacto puede crear mucha frustración en el individuo, lo que también contribuye al estrés.

Factores ambientales

Un entorno que parece demasiado caótico también puede ser muy estresante. Por ejemplo, es totalmente natural que una persona que se encuentra en un atasco se estrese. A esta situación se suman factores como la sensación de estar atascado y atrapado y, normalmente, mucho ruido (por ejemplo, el sonido de los cláxones). Es aún peor si la persona llega tarde a una cita!

Otro ejemplo con el que es fácil identificarse es cuando hace mucho calor y no tenemos forma de refrescarnos. El malestar físico genera respuestas propias del estrés, como la irritabilidad.

Síntomas de estrés

El estrés produce síntomas que pueden ir mucho más allá de la irritabilidad y la tensión muscular. Comprueba algunas señales que puedes notar a continuación.

Fatiga física

Especialmente después de un tiempo experimentando estrés, el individuo puede sentir mucha fatiga sin razón aparente. El cuerpo gasta mucha energía en el estado de alerta causado por el período inicial de estrés y en la producción de hormonas como la adrenalina y el cortisol, por lo que es normal sentirse cansado.

Resfriados y tos frecuentes

Los niveles elevados de estrés reducen la inmunidad del organismo, por lo que éste es más vulnerable a los virus y puede ser más frecuente contraer un resfriado o una gripe durante o inmediatamente después de un periodo de estrés. También pueden aparecer algunos síntomas aislados, como la tos.

Enfermedades de la piel y el cabello

Además, debido al debilitamiento del sistema inmunitario, el cuerpo tiende a tener más dificultades para combatir algunas enfermedades relacionadas con la piel y el cabello cuando está bajo estrés.

Quienes ya tienen problemas como el acné, la psoriasis y el herpes pueden observar una manifestación mucho más intensa de estas afecciones en esta situación. La caída del cabello también puede estar relacionada con el estrés, ya que el exceso de cortisol interfiere en el funcionamiento de los folículos pilosos.

Fuerte emotividad

La manifestación emocional más común del estrés es la irritabilidad. Sin embargo, muchas personas pueden reaccionar ante él mostrando más sensibilidad y fragilidad emocional, o mostrando tanto irritabilidad como esta emocionalidad por encima de lo normal, lo que también caracteriza un cambio de humor, que es común cuando se está estresado.

Las personas que se vuelven más sensibles bajo el estrés pueden herirse con mucha facilidad y llorar por cosas que normalmente no les harían llorar. Estas emociones también pueden ser socialmente perjudiciales, confusas y molestas para los que les rodean.

Apretando los dientes

La tensión muscular causada por el estrés puede crear una compresión en la mandíbula, lo que puede hacer que la persona rechine los dientes o los apriete, mientras está despierta o dormida.

Como consecuencia de este síntoma pueden surgir dolores en las articulaciones de la región y dolores de cabeza. Llamado bruxismo, puede llegar a desgastar los dientes según la intensidad y la recurrencia.

Dolor en el pecho

Aunque no tenga un problema cardíaco, una persona con mucho estrés puede sentir dolor en el pecho. Esto se debe a la tensión que se acumula y a la carga de cortisol que conlleva. Si tiene este síntoma, no hay que alarmarse, pero merece la pena acudir a un médico para comprobar que todo está bien con su corazón.

Sentimientos de soledad y abandono

Para las personas que son demasiado sensibles cuando están bajo estrés, es común que pequeñas actitudes de los demás generen mucho dolor y sean interpretadas como señales de abandono.

Además, las personas estresadas se vuelven más difíciles de convivir debido a los cambios de humor, lo que puede acabar alejando a las personas de su entorno, lo que genera un sentimiento de soledad.

Caída de la libido

Con el cuerpo volcando sus energías hacia la amenaza, ya sea real o sólo percibida, es normal que no quede energía para otras áreas de la vida, y eso incluye el área sexual.

Y la sensación de cansancio y agotamiento que se produce después de un tiempo de estrés agrava esto y hace que la libido baje bastante, y el individuo puede evitar tener relaciones sexuales o le resulta difícil llevarlas a cabo.

Aumento de peso

Muchas personas desquitan su estrés y ansiedad con la comida, que puede actuar como una distracción de la mala sensación, ya que comer suele aportar una sensación de bienestar, por lo que es habitual que las personas estresadas ganen peso comiendo en exceso.

Pero esto es muy subjetivo. En otras personas, el estrés puede provocar una falta de apetito en lugar de la inclinación a comer más. En cualquier caso, tanto la pérdida de peso repentina como el aumento de peso suelen ser poco saludables, especialmente cuando provienen de una relación con la comida que no es la ideal.

Dolores de cabeza constantes

El estrés suele provocar una afección llamada cefalea tensional. Una de las posibles causas de este tipo de dolor de cabeza es la contracción de algunos músculos, como los del cuello, que puede producirse por la tensión. Y, como ya sabes, apretar los dientes también puede provocar este síntoma.

También se produce un aumento de la presión sanguínea del individuo bajo estrés debido a la acción de las hormonas, lo que puede provocar dolor de cabeza. Además, las personas que sufren migraña tienen más ataques cuando están estresadas.

Cómo lidiar con el estrés

Hay formas de mitigar e incluso prevenir el estrés, y deberían ser buscadas por prácticamente todo el mundo en los tiempos que corren. Consulta algunas estrategias a continuación.

Ejercicios antiestrés

La actividad física libera las hormonas adecuadas en el momento oportuno (y en la cantidad adecuada), y ayuda a regular el funcionamiento del organismo, lo que lo hace más resistente a los efectos del estrés. También es una buena manera de desahogarse y relajarse.

También hay algunos pequeños ejercicios que puedes incorporar a tu vida diaria para reducir los niveles de estrés. Los ejercicios de respiración son excelentes para ello. Un ejercicio muy conocido es inspirar durante unos segundos, aguantar la respiración durante un poco menos de tiempo y espirar lentamente durante más tiempo. Debes repetir estos pasos unas cuantas veces para sentir la relajación.

Relajarse y aliviar el estrés

Dedica tiempo a tus aficiones. Pueden ser aficiones nuevas o cosas que ya disfrutas haciendo. Lo importante es que la actividad sea placentera y relajante, lo que contribuye en gran medida a reducir y prevenir el estrés.

Prácticas como la meditación también son excelentes para aliviar la tensión. Si te resulta difícil meditar solo, busca meditaciones guiadas en aplicaciones o vídeos de YouTube.

Alimentación antiestrés

Además de llevar una dieta saludable, el consumo de algunos alimentos específicos puede ayudar a combatir el estrés. Entre estos alimentos están la linaza, la avena, la soja y, aunque no lo creas, el chocolate negro. Son ricos en triptófano, un aminoácido que reduce los factores bioquímicos del estrés, como el cortisol.

Higiene del sueño

Dormir lo suficiente y con calidad es una forma muy eficaz de reducir y prevenir el estrés. Hay algunas estrategias que se pueden adoptar para ello, y su adopción forma parte de lo que se conoce como "higiene del sueño".

Es importante tener normalizados los horarios de sueño y vigilia a lo largo del día. Además, hay que evitar el consumo de cafeína desde seis horas antes de acostarse y evitar el uso de pantallas al menos una hora y media antes de acostarse. Si no se puede, al menos hay que utilizar una aplicación para reducir la luz azul. La luz de los teléfonos móviles, televisores y otros dispositivos inhibe la producción de melatonina (hormona del sueño).

Controlar las emociones

Es posible reducir el estrés, e incluso prevenirlo, trabajando en el control de las emociones, pero cuidado: ¡esto no significa suprimirlas!

Reprimir las emociones, de hecho, aumenta en gran medida las posibilidades de desarrollar un cuadro de estrés, porque se acumulan y necesitan manifestarse de alguna manera. Esta manifestación puede ser somática, es decir, producirse en el cuerpo en forma de síntomas típicos del estrés, como dolor de cabeza y rigidez muscular.

Afrontar las propias emociones significa no dejar que te dominen, pero tampoco reprimirlas. Para ello, es importante primero reconocerlas y aceptarlas. Sólo entonces podrás encontrar formas saludables de canalizar lo que sientes. La terapia es, sin duda, una buena forma de aprender a hacerlo.

Gestión del tiempo

Gestionar el tiempo de forma inteligente reduce en gran medida los niveles y la probabilidad de estrés, ya que disminuye la presión que sentimos ante las exigencias que tenemos que cumplir. Para ello, es importante desarrollar el autoconocimiento y la autodisciplina.

Analiza tus hábitos, establece prioridades y elimina las prácticas que sólo sirven para hacerte perder el tiempo. ¡Y no olvides incluir en tus planes tiempo para dedicar a las personas que quieres y a tus aficiones!

¿Se puede curar el estrés?

Como respuesta organísmica, el estrés no puede curarse porque no es una enfermedad, pero puede gestionarse y evitarse, y desarrollar estrategias para gestionar nuestros niveles de estrés es fundamental para vivir bien.

Algunas de estas estrategias se han tratado en este artículo, pero cada persona puede crear sus propias estrategias en función de lo que se le dé bien y lo que pueda encajar en su rutina.

La psicoterapia es crucial cuando el estrés caracteriza un trastorno clínico (y en estos casos también puede ser necesaria la intervención psiquiátrica), pero la terapia puede ayudar a cualquier persona a gestionar el estrés y la calidad de vida en general. Algunos tipos de terapia pueden incluso ayudar a gestionar el tiempo, lo que reduce y previene el estrés.

No es posible vivir en sociedad sin estar estresado, pero sí es posible reducir -y mucho- la incidencia del estrés y el sufrimiento que conlleva. Así que cuida tu alimentación y tu sueño, realiza alguna actividad física y busca formas de relajarte ¡Mereces vivir bien!

Como experta en el campo de los sueños, la espiritualidad y el esoterismo, me dedico a ayudar a otras personas a encontrar el significado de sus sueños. Los sueños son una herramienta poderosa para comprender nuestra mente subconsciente y pueden ofrecer información valiosa sobre nuestra vida diaria. Mi propio viaje al mundo de los sueños y la espiritualidad comenzó hace más de 20 años, y desde entonces he estudiado mucho en estas áreas. Me apasiona compartir mi conocimiento con otros y ayudarlos a conectarse con su ser espiritual.