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Consideraciones generales sobre la pasividad-agresividad
La agresividad pasiva puede caracterizarse por el silencio, con posturas violentas disimuladas, pero que contienen una dosis de victimismo. En otras palabras, el libertinaje, la ira, la furia se ven en una persona a la que no le gusta que la contradigan.
A menudo se observa en las relaciones interpersonales, dando lugar a entornos desfavorables. Utilizando frases como: "No te preocupes", "Sólo quiero ayudar" y "No pasa nada, lo entiendo", pero añadiendo agresividad al tono de voz, es posible cerrar un tema y no continuarlo.
Este trato puede ser visto como una actitud que da la sensación de una situación mal resuelta, silenciando a la otra persona en una discusión y haciéndola sentir incómoda. Incluso puede sentirse culpable, la circunstancia le sitúa como el verdadero agresor, pero sin serlo. Ahora, ¡lee el artículo para entender la pasivo-agresividad!
Más información sobre la pasividad-agresividad
Al ocultar los sentimientos, la pasividad-agresividad se transforma en actitudes silenciosas. Así, en un posible conflicto será posible visualizar el disgusto de una persona con la otra, pero la persona pasivo-agresiva se transforma en un individuo capaz de no ser transparente con sus emociones.
Por eso ocultan la rabia que sienten, se encierran en un silencio total con mal humor, indirectas e ironías. Dificultan un intercambio sano, no establecen una comunicación clara, dan argumentos difíciles de contestar y actúan con cierta "amabilidad".
Este tipo de señales son claras desde esta perspectiva, sobre todo cuando se trata de enmascarar la ira con actitudes suaves. En otras palabras, estas posturas pretenden irritar, pero de una forma que no te haga sentir culpable por la irritación. Sigue leyendo para saber más sobre la pasivo-agresividad!
¿Qué significa ser pasivo-agresivo?
Siendo receptiva, la persona pasivo-agresiva es aquella que está abierta a los deseos de otra persona, pero internamente crea cierta resistencia a estar de acuerdo. Gradualmente puede volverse irritable, hostil, agresiva, teniendo dificultades para expresar acciones negativas.
Expresar las emociones de forma no asertiva en modo pasivo mantiene la terquedad y la procrastinación. Al tener problemas para admitirlo, no delata que está frustrado o enfadado. Se implementan los mensajes con doble sentido, así como el sarcasmo.
Comportamiento pasivo-agresivo
El comportamiento pasivo-agresivo puede transformarse en un entorno altamente competitivo, incluyendo acciones que dejan al individuo en pleno control de sus actitudes. Puede haber niveles dentro de este contexto, llegando incluso a constituir un trastorno de la personalidad.
Para quienes confían en que estas actitudes se arraiguen, puede ser aún más fácil identificarlas y no querer cambiarlas.
Trastorno pasivo-agresivo
Negativamente, el trastorno pasivo-agresivo es sutil, sobre todo ante las acciones. Una persona con este rasgo no se enfrenta a sus actitudes en absoluto, sino que se posiciona de forma agresiva, pero indirectamente. La insatisfacción se visualiza en sus actitudes.
De este modo, no cumplir con lo que se te ha pedido es una forma de actuar incluso con procrastinación y de no hacer las cosas. Así que no determinas tu opinión, sino que buscas formas de sabotear la situación en la que te encuentras.
Ejemplos de comportamiento pasivo-agresivo
Ejemplos de comportamiento pasivo-agresivo son los que empiezan con dosis de sarcasmo, intentando provocar, ridiculizando, hablando en tono irónico... Incluso enfadándose, una persona no da pie a que continúe la discusión.
También hace lo posible por disimular el enfado que siente, de mal humor, crispando el ambiente, e incluso puede coger una rabieta, deshaciendo ciertos acuerdos como represalia.
¿Ser pasivo-agresivo es siempre un problema?
El trastorno pasivo-agresivo puede tener niveles elevados, pero los signos se ven con hostilidad, dada su relación con las peticiones de otras personas. También tiene problemas que le hacen cometer errores intencionadamente, y puede retrasar una situación.
Se observa cinismo, considerando que este trastorno es pesimista y agresivo. Se mantiene en una postura de subestimación, siendo capaz de engañar todo el tiempo. Otros trastornos mentales pueden desarrollarse en este individuo y sumarse a sus comportamientos.
Cómo convivir con una persona pasiva y agresiva
No es una tarea fácil, pero vivir con pasividad-agresividad es una forma de sentir que estás pasando por un proceso doloroso y agotador. Puedes vivir cuestionándote a ti mismo ante las actitudes de los demás, así como tu propio comportamiento y colocándote en una posición de culpabilidad.
La única manera es mantenerse alejado, sobre todo porque se trata de un entorno tóxico. En determinadas circunstancias no es posible, dada la interacción diaria con alguien de la familia o incluso con un jefe. En este sentido, es importante no caer ni hacerles el juego.
Las manifestaciones de la pasivo-agresividad
Las manifestaciones de la pasivo-agresividad se dan en un contexto favorable al agresor, utilizando principalmente la manipulación, la distorsión, la articulación, la opresión y el control. Todas estas actitudes sitúan al agresor en una posición cómoda, sin dejar espacio para que la otra persona actúe en su propia defensa.
Es más, consigue construir una narrativa capaz de embaucar a la víctima, a menudo sin que ella se dé cuenta, pero con una dosis de vergüenza, es decir, dejándola contra la pared y sin permitir un intercambio sano.
Acciones como éstas te dejan en plena conducción, ocultando actitudes de enfado y agresividad. Sigue leyendo para saber más sobre las actitudes pasivo-agresivas.
Manipulación
Al manipular, el pasivo-agresivo quiere cierta seguridad en sus relaciones. Necesita actuar de esta manera para engatusar a alguien, pero no es tan obvio lo que pretende. Las personas que no ven lo desagradable pueden verse afectadas al añadirse algo tóxico.
Utilizando la proximidad, puedes añadir afecto y simpatía. Utilizando las debilidades de la otra persona, generas dudas en los que te rodean. Incluso puedes hacer que se planteen preguntas, dejando a los demás con tus cualidades sin respuestas concretas.
Discurso articulado y distorsiones
El pasivo-agresivo construye su narrativa con un discurso articulado, especialmente cuando se trata de expresar estas actitudes. Siempre queriendo favorecerse a sí mismo, está lleno de preguntas enigmáticas, con ambigüedad y comunicándose fácilmente con los demás.
También pueden distorsionar situaciones y diálogos, dejando a la otra persona insegura. Su confianza es tal que incluso adquieren cierta coherencia en sus discursos, dejando el principio ilógico a la otra persona que recibe sus respectivos ataques.
Control y opresión
La opresión se establece en una persona pasivo-agresiva porque utiliza palabras y actitudes indirectas para controlar. Todo ello puede encubrir su agresividad, manteniendo construcciones veladas en sus relaciones y como forma de castigar.
También se visualizan reproches, actitudes que hacen que el otro se sienta oprimido, expresión de opiniones contrarias y verbalización de emociones, aspectos marcados de este individuo que se basa únicamente en el favoritismo.
¿Cuáles son las causas más frecuentes?
Incluso el diagnóstico no es sólido y puede presentar ciertas alteraciones.
Ante los indicios de que este tipo de actitudes son individuales, y pueden incluso no tener otras influencias, hay profesionales que creen que son una construcción elaborada frente a otros trastornos, elevados o no. Como tales, pueden variar de un individuo a otro, incluso con pocas similitudes.
Los problemas de consumo de sustancias y drogas son más propensos a presentar una situación agravante. Sigue leyendo para entender las causas más comunes desde una perspectiva pasivo-agresiva.
Causas comunes
Las causas más comunes de la pasivo-agresividad son una persona con cierto trastorno narcisista de la personalidad, que consiste en desviaciones extremas en lo que un individuo piensa, siente, percibe y se relaciona.
Aquí el Borderline puede interferir con problemas de autoimagen, así como dificultades para comprender sus propias emociones. En cuanto al sistema bipolar, se caracteriza por cambios de humor, y es una enfermedad psiquiátrica que puede denominarse maníaco-depresiva.
Negligencia emocional en la infancia
Al descuidar el sistema emocional del niño, la pasividad-agresividad cobra fuerza debido a ciertos abusos o maltratos. Consiste en una omisión afectiva debida a la educación de los padres, y es difícil notar, responder o incluso satisfacer las necesidades del niño.
También puede derivar en un cierto abandono afectivo, desatendiendo cuestiones que serían esenciales para el niño. En silencio, puede reproducirse como un gran daño emocional, al no recibir los cuidados necesarios para crecer y afrontar ciertas dificultades sentimentales.
Violencia que causa sufrimiento
Como sistema que proviene del inconsciente, la agresión pasiva no elimina el hecho de que una persona es responsable del malestar que ha causado a otra. Aunque no tenga del todo claro el acto, sigue siendo culpable de lo que dirige.
Desde esta perspectiva, la persona pasivo-agresiva se ve a sí misma como la víctima de la situación, principalmente porque se siente desafiada, menoscabada y abandonada. En su cabeza, puede incluso idear una estrategia para vengarse atacando a la persona que considera responsable.
Cómo ser menos pasivo-agresivo
Hay actitudes mínimas que pueden marcar la diferencia en relación con el pasivo-agresivo, porque será posible darse cuenta de sus intenciones con respecto a los procesos de los que es realmente responsable. El primer paso es reconocer sus acciones y cambiar sus actitudes.
Poco a poco, no querrás seguir formando parte de este círculo vicioso, nutriéndote cada vez más de las decisiones correctas. Además, es esencial comprender que la ira es un sentimiento humano natural, pero saber cómo manejarla. Mantenerte firme durante los conflictos te ayudará a resistir los procesos, y también sabrás cómo enfrentarte a una posible respuesta contraria de la otra persona.
Revisar tus actitudes y comportamientos es importante, dadas las situaciones en las que te encuentras. Sigue leyendo para descubrir cómo ser menos pasivo-agresivo en las relaciones sociales.
Reconocer comportamientos
Subjetivo, el comportamiento del pasivo-agresivo depende de si es alto o bajo. Sumado a la sutileza, identificarlo no es tan fácil, pero algunas características pueden facilitar el proceso y éstas incluyen estar de mal humor constantemente, negar la ira expresada indirectamente, apoyarse en el descontento, etc.
Analizar en su esencia es aún más difícil, porque es importante ser imparcial, así que hazte algunas preguntas: "¿Es posible evitar a la gente cuando estás disgustado?" y "¿Es posible encontrarte de mal humor cuando no estás contento con otra persona?" Por eso es esencial saber expresar tus sentimientos, por muy conflictivos que sean.
Ser más asertivo
La persona pasivo-agresiva necesita ser más asertiva no sólo en sus actitudes, sino también en la forma de expresar sus sentimientos. En este sentido, encaja con el desarrollo de habilidades, así como con el aprendizaje.
Al ayudar a lidiar con el dolor, los momentos de ira serán más potenciadores con el comportamiento adecuado. Un conflicto se transformará de forma asertiva, incluso una molestia. Al saber lidiar con ella, la ira servirá como un proceso útil para los propios fines.
Negarse a participar en el ciclo pasivo-agresivo
Detener el ciclo de pasividad-agresividad es una forma de limitar las actitudes, dadas todas las emociones que pueden depositarse en un conflicto. Dar un paso atrás significa mantenerse en una posición favorable no sólo individualmente, sino también con los demás.
Esta iniciativa transformará la visión previamente construida, no permitiendo que estos sentimientos se presenten con toda su respectiva negatividad. Es, por tanto, una forma de evitar comportamientos inadecuados en discusiones que pueden resultar estresantes.
Aceptar la ira como un sentimiento legítimo
Legitimar la ira y aceptarla desde una perspectiva pasivo-agresiva puede cambiar el rumbo de estas actitudes manejadas por el inconsciente, siendo además plenamente conscientes de que este sentimiento está naturalizado entre los seres humanos.
El proceso puede ser lento, pero será en el momento adecuado para la evolución del ser, incluidas todas sus vulnerabilidades y debilidades.
Fomentar la tolerancia frente al conflicto
Es totalmente aceptable comprender la falta de preparación de toda una vida para el conflicto, más todas las caracterizaciones de la pasividad-agresividad, más el hecho de que ignoran y evitan todas las situaciones de discusión.
Acoger la ira y desarrollar muchas habilidades para prepararse para el conflicto es una forma de ser asertivo, de enfrentarse a lo que hay que enfrentarse, en lugar de abandonar o dar la espalda. Por lo tanto, redefinir esa situación encajará en un proceso de desarrollo de habilidades.
Aprender a lidiar con la negación
La negación pasa por un proceso de ignorar los sentimientos desfavorables, con una mayor tendencia a hacer comentarios que irritan a la otra persona en una agresividad pasiva. El ciclo tiene que ser consciente, más allá de los sentimientos de enfado y de evitar entrar en una discusión.
Comprender el propósito del conflicto es una forma de entender si se está procrastinando algo, recordando algo que hay que hacer, pero sin la insistencia. En este propósito será posible ver, incluyendo todos los sentimientos desenmascarados, añadiendo todas las consecuencias presentes.
Revisar situaciones
Las actitudes pasivo-agresivas pueden repetirse a lo largo del tiempo o de los años, y es necesario analizarlas y recordarlas. Esto se debe al cuestionamiento que ha supuesto para una persona saber que una determinada actitud ha quedado en nada.
Preguntar: "He analizado tus actitudes y he llegado a la conclusión de que te tratan de la misma manera que yo lo hacía antes, me imagino lo disgustado que estás conmigo y me pregunto qué podemos hacer para cambiar este comportamiento. ¿Qué te parece?" En otras palabras, rememorar el pasado.
Diagnóstico y tratamiento
Diagnosticar y tratar la pasividad-agresividad puede ser complejo, sobre todo por las variaciones entre pacientes, incluso porque no es algo concreto ni sólido. También hay clasificaciones, alteraciones, procesos que hay que construir con paciencia.
Existe el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, que ya no se ocupa de tal etiqueta, y hay otra edición que considera este problema como un conjunto de constructos que incluyen actitudes negativistas, a lo que se añade el hecho de que existe una cierta resistencia a los fines apropiados y en diversos contextos.
Por lo tanto, estas personas están determinadas por sus procrastinaciones, ineficiencias, terquedad, sin dejar de encubrir sus respectivos obstruccionismos. Lea el siguiente tema para entender sobre el diagnóstico y tratamiento de la pasivo-agresividad!
Diagnóstico
Analizado como algo no necesariamente especificado, el pasivo-agresivo tiene que cumplir una mezcla de criterios generales del trastorno, pero sin incluir la posibilidad de basarse en otros rasgos que lo incluyan en otros trastornos similares.
En el Eje II del DSM-III-R, con la transferencia del manual al DSM-IV, pero con controversias y la necesidad de investigaciones que realmente retraten la categoría como debe ser tratada, es decir, necesitando mejoras en las conclusiones.
Cómo se realiza el diagnóstico
Se puede hacer un diagnóstico de pasivo-agresividad con ciertas actitudes interminables ante el propio proceso y las que se depositan en los demás. A pesar de las variaciones sin análisis concretos, estas personas viven intensos conflictos, lo que aumenta la dependencia de su afirmación.
Aún actuando superficialmente, su autoestima es débil, basada en la forma en que se ven a sí mismos con negatividad y hostilidad. Es importante tener en cuenta que este comportamiento no puede evaluarse como un rasgo depresivo adicional al trastorno distímico.
El tratamiento
El tratamiento de la pasivo-agresividad no está tan desarrollado, pero también tiene resultados positivos, utilizando una asociación subyacente, por lo que es mejor buscar un psicoterapeuta, utilizando el ejemplo de un psiquiatra.
Se pueden tratar los síntomas para comprender ciertos factores desencadenantes, mejorando la vida, con la opción de ayuda psicofarmacológica. Ciertos fármacos pueden ofrecer tratamiento, así como el paciente estar en pleno equilibrio frente a este trastorno.
¿Es posible curar la pasivo-agresividad?
El proceso de curación de la pasivo-agresividad implica mirar hacia dentro, a las propias circunstancias, en profundidad, pero con la perspectiva de las emociones que pueden moverse hacia algo potenciador, evitando que el lado negativo pase a primer plano.
Puede parecer complicado, pero se puede hacer con confianza y determinación. Es posible aprender a expresar las emociones, incluidas las que servirán para la evolución del ser, es decir, actuando gradualmente, utilizando métodos para construir el bienestar.
Si detectas un comportamiento pasivo-agresivo, sigue nuestros consejos y no dudes en buscar ayuda profesional.
A lo largo del artículo se han especificado las acciones pasivo-agresivas, añadiendo el hecho de que este comportamiento es perjudicial no sólo para uno mismo, sino también para los demás. Ciertas acciones requieren la ayuda de un profesional cualificado y especialista, prestando también atención a las prescripciones.
Ciertas emociones necesitan ser trabajadas como una forma de entender los mensajes internos que el cuerpo quiere transmitir, ayudando a la vida desde una perspectiva individual y personal. El trastorno puede haber sido construido en un ambiente donde todos los demás desalentaban o ignoraban los sentimientos, teniendo una necesidad de canalizar las energías.
Con dirección, conexión y motivación, se podrán aprovechar todos los nuevos propósitos, contemplando la salud mental ante una evaluación compleja e importante, por lo que hay que trabajar en el esfuerzo, teniendo en cuenta las oscilaciones que serán naturales.