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¿Qué es el alcoholismo?
El alcoholismo es una enfermedad crónica que se caracteriza por la incapacidad de controlar el deseo o la necesidad de ingerir bebidas alcohólicas. El consumo constante o incontrolado de sustancias que contienen alcohol puede comprometer el buen funcionamiento del organismo, lo que a menudo provoca consecuencias irreversibles.
El trastorno por abuso de alcohol se refiere a una adicción a largo plazo. Un individuo con esta condición no sabe cuándo o cómo puede dejar de beber, mostrando un comportamiento compulsivo. En este artículo, aprenderás más sobre el alcoholismo, descubrirás qué tipos de alcohólicos hay, las causas del alcoholismo y otros aspectos de esta enfermedad.
Tipos de alcohólicos
Al contrario de lo que muchos piensan, no existe un solo tipo de persona alcohólica. Lo más común es conocer un perfil general de esta enfermedad, sin embargo, existen algunos tipos o perfiles de personas alcohólicas. Descubre cuáles son en los siguientes temas.
Joven adulto alcohólico
Se considera el grupo más numeroso de alcohólicos. En este tipo, la persona se vuelve dependiente aún en la juventud, alrededor de los 21 a 24 años. Beben con menos frecuencia en comparación con los otros tipos existentes. Sin embargo, suelen exagerar cuando toman bebidas alcohólicas.
Generalmente, el contacto con el alcohol se da mucho por el contexto social y el descubrimiento, caracterizándose como el inicio de una vida adulta.
Joven alcohólico antisocial
Este tipo se denomina así porque la mayoría de los jóvenes así caracterizados padecen un trastorno antisocial de la personalidad, lo que se conoce como sociópatas. La mayoría son hombres y de bajo nivel educativo, y hay pocas oportunidades de trabajo.
La mayoría de ellos son jóvenes que se volvieron adictos incluso antes de los 20 años. También es natural que busquen consumir otro tipo de drogas como marihuana, cocaína, cigarrillos, entre otras. En este tipo de alcoholismo también es común la presencia de otros trastornos como el TOC (trastorno obsesivo compulsivo), depresión, trastornos de ansiedad y otros trastornos de personalidad.
Alcohólico funcional
Un alcohólico funcional es el tipo de persona que no cumple con la definición de lo que es el alcoholismo. Suelen beber de forma marcada y a menudo descontrolada. La diferencia es que esta persona consigue mantener buenas relaciones con los miembros de la familia y en el trabajo. El tipo de persona más común son los hombres de entre 30 y 60 años.
Este tipo, a pesar de mostrar ya algunos síntomas como aumento o pérdida de peso, problemas de sueño, problemas de salud, teniendo principalmente enfermedades del corazón, del hígado y del cerebro, acaba manteniendo una buena relación con los demás y consigo mismo.
Sin embargo, esta buena convivencia acaba siendo una cuestión de tiempo antes de que se agote, es decir, cuanto más tiempo se permanece sin tratamiento más se fortalecen los síntomas indeseados.
Alcohólico crónico
Este tipo de alcohólico suele beber a una edad temprana. Su primer contacto con el alcohol es durante la infancia o la adolescencia y a partir de este inicio no dejan de beber. Suelen beber dosis más pequeñas, pero con una frecuencia mucho mayor. Es habitual que consuman otras drogas.
La mayoría de las personas de este tipo suelen proceder de familias en las que hay otras personas con problemas de adicción al alcohol, por lo que también existe la posibilidad de que se produzcan trastornos de la personalidad.
Es un grupo con posibilidades reales de desarrollar otras enfermedades junto con el alcoholismo, lo que se conoce como comorbilidades. Problemas de divorcios, peleas con los amigos o riñas en el trabajo, son algunos de los problemas que experimentan a causa de la enfermedad.
Familia intermedia alcohólica
Estos alcohólicos tuvieron contacto con el mundo del alcohol a través de amigos y familiares al final de la adolescencia y principio de la juventud. Al igual que el tipo de alcohólico crónico, este perfil también tiende a consumir otras sustancias además del alcohol, generando así la posibilidad de desarrollar trastornos mentales debido a este consumo.
La mayoría de las personas de este perfil consiguen mantener una buena relación con su familia, amigos y trabajo, ya que a pesar de tener problemas con el alcohol suelen asistir a algún grupo de apoyo o incluso a sesiones de terapia individual para afrontar mejor algunos conflictos internos.
Causas del alcoholismo
Muchas personas, cuando acaban cayendo en la adicción al alcohol, apenas saben qué causas les han llevado a esa situación. Algunos problemas emocionales pueden servir de desencadenantes para crear una dependencia del alcohol. En los siguientes temas, exploraremos más sobre las causas del alcoholismo.
Factores genéticos
Algunas investigaciones indican que los hijos de personas con dependencia del alcohol tienen entre 3 y 4 veces más riesgo de desarrollar esta enfermedad, pero el factor genético no es la única causa del alcoholismo.
Sin embargo, si genéticamente esta persona tiene una predisposición a tener una adicción a las bebidas alcohólicas, la posibilidad de volverse adicto al tener contacto con el alcohol será mayor, por lo que es importante hacer todo lo posible para que estas personas se mantengan alejadas de ambientes u ocasiones que faciliten el contacto con las bebidas.
Edad
El contacto temprano con la bebida es una causa muy común entre las personas que padecen la enfermedad del alcoholismo. Al mantener el contacto desde una edad temprana y consumir la sustancia durante muchos años, la dependencia puede ser mayor.
El consumo de alcohol es totalmente perjudicial hasta alrededor de los 20 años, debido a los daños que puede causar en el cerebro, que todavía se está desarrollando en esta etapa de la vida. Por lo tanto, cuanto más joven se empiece y más tiempo se consuma alcohol, mayores serán las posibilidades de desarrollar alcoholismo.
Facilidad de acceso
Una causa muy común, pero que muchas veces se toma como algo trivial, es la facilidad con la que esta persona puede ingerir bebidas alcohólicas. Algunas personas acaban desarrollando una adicción al alcohol porque pueden mantener una frecuencia de consumo al tener fácil acceso a estas sustancias.
La facilidad de acceso se percibe dentro del hogar y en los círculos de amigos, ambos generalmente el entorno de consumo y la fuente de obtención de bebidas, citados a menudo por los más jóvenes.
Estrés
Muchas personas acaban introduciéndose en el mundo del alcohol porque están muy estresadas. Un comportamiento habitual es utilizar el alcohol para una posible "relajación", considerando la bebida como un factor para conseguir desestresarse. Una actitud que puede ser muy peligrosa a lo largo de la vida.
Beber para aliviar el estrés puede ser más peligroso de lo que imaginamos, porque el estrés altera las reacciones psicológicas y fisiológicas al alcohol, haciendo que la persona beba más a menudo de lo que debería, es decir, el estrés estimula el consumo de alcohol.
Depresión y ansiedad
Las personas a las que se les diagnostican trastornos de ansiedad o depresión, o que atraviesan situaciones emocionales difíciles y a menudo no desarrollan habilidades saludables para afrontar estos momentos, acaban buscando el alcohol como alternativa de alivio, extravasación o relajación.
Esta búsqueda del alcohol como alternativa para afrontar estos momentos puede ser muy peligrosa, ya que la persona, al tener siempre esta búsqueda del alcohol como solución a lo que siente, puede convertirse en dependiente del consumo de bebidas alcohólicas. Además, la ingesta excesiva de alcohol puede provocar que la persona se deprima.
Metabolización del alcohol
Cuando una persona ingiere en exceso alcohol, muchas veces, el organismo acaba por no poder metabolizar y eliminar las sustancias tóxicas, por lo que las neuronas acaban adaptándose y acostumbrándose a las dosis de bebida que se ingieren diariamente, aumentando así las posibilidades de desarrollar alcoholismo.
Síntomas de alcoholismo
El alcoholismo trae consigo algunos síntomas, algunos de ellos físicos, otros no, que acaban ayudando a caracterizar a una persona alcohólica. Sin embargo, para identificar los síntomas del alcoholismo es necesario analizar el cuadro general y no sólo un episodio aislado. Compruebe algunos de estos síntomas en los siguientes temas.
Necesidad de beber en cualquier momento
La bebida alcohólica es una sustancia química que provoca diversas alteraciones en el organismo de quien la consume. Actúa sobre el sistema nervioso central de la persona, estimulando sensaciones de placer, euforia y adormecimiento.
Estas sensaciones provocadas por el alcohol pueden hacer que la persona cree una cierta dependencia, es decir, cuanto más alcohol ingiera la persona, mayor y más frecuente será el deseo de ingerir bebidas alcohólicas.
A medida que aumenta el consumo, la persona se vuelve más resistente a los efectos del alcohol, lo que lleva a aumentar las dosis para sentir los efectos que generan placer. Algunas personas incluso cambian algunas comidas por la bebida, ofreciendo mayores riesgos para su salud.
Fatiga y dificultad para pensar
El alcohol es capaz de afectar al sistema cognitivo humano, al actuar sobre el sistema nervioso de la persona que lo consume. Dentro de la clasificación de drogas psicoactivas (sustancias químicas que actúan sobre el sistema nervioso central) el alcohol se caracteriza por ser una sustancia depresora, con lo que su consumo provoca somnolencia y sensación de relajación.
Cuando se consume esta sustancia de forma prolongada, puede provocar cansancio físico y afectar al razonamiento, y en algunos casos más graves puede provocar confusión mental o alucinaciones. A medida que la persona va adquiriendo tolerancia a esta sustancia los síntomas tienden a aumentar.
Trastornos de la alimentación o del sueño
Cuando se consume en exceso, el alcohol puede contribuir a la pérdida de apetito, provocando así problemas relacionados con la alimentación, como la anorexia o la bulimia alcohólica. En estos problemas la persona no come por sí misma, tratando de inducir el vómito o la purga.
Además de provocar un trastorno alimentario, el alcohol tiende a perturbar el sueño de la persona, lo que conlleva una baja calidad del mismo, y puede conducir al desarrollo de trastornos como el insomnio, el sonambulismo e incluso algunos problemas respiratorios como la apnea del sueño.
Cambios en el metabolismo
Cuando se consume, el alcohol es una sustancia que tiene una rápida absorción. Tras el efecto inmediato de placer y euforia, puede provocar algunos síntomas como dolor de cabeza, náuseas y vómitos (la famosa y conocida resaca). La exageración de esta sustancia puede alterar el funcionamiento de algunos órganos como el hígado, el páncreas y los riñones, encargados de procesar el alcohol en el organismo.
Además, la falta de alcohol puede provocar el síndrome de abstinencia, que se produce cuando la concentración de alcohol en la sangre disminuye, provocando irritabilidad, taquicardia y sudoración excesiva.
Cambios de humor
Una persona bajo el efecto de las bebidas alcohólicas tiende a demostrar actitudes de alegría, euforia y relajación, volviéndose dependiente de estas emociones, consumiendo alcohol con más frecuencia para prolongar este efecto de placer.
Por otro lado, cuando el nivel de alcohol disminuye en un organismo que tiene el hábito de ingerir altas dosis de sustancias alcohólicas, pueden aparecer signos de ansiedad, irritabilidad y agresividad, haciendo que la persona cambie su estado de ánimo con mucha frecuencia, dependiendo del alcohol para "estabilizarse" o sentirse mejor.
Signos de abstinencia
Cuando una persona consume alcohol con demasiada frecuencia, acaba convirtiéndose en dependiente de la sustancia alcohólica. Debido a esta dependencia, los signos de abstinencia se hacen más frecuentes, es decir, la persona ya no es capaz de pasar algunos periodos sin beber bebidas alcohólicas.
Síntomas como ansiedad, agitación, sudoración excesiva, alteraciones del estado de ánimo, fuertes dolores de cabeza, confusión mental, se convierten en parte de la rutina del alcohólico, creando la perspectiva de que necesita la sustancia alcohólica para estar bien.
Enfermedades causadas por el alcoholismo
Cuando la adicción a las sustancias alcohólicas no puede ser controlada, quienes las consumen están sujetos a adquirir algunas enfermedades causadas por el alcoholismo, revisa algunas de ellas en los siguientes temas.
Desnutrición
Especialmente para aquellos que consumen sustancias alcohólicas a partir de la adolescencia, siendo la fase en la que las necesidades nutricionales son mayores, el consumo de estas sustancias afecta a la capacidad de absorción de nutrientes, impidiendo un buen desarrollo nutricional.
Debido a su gran toxicidad, estas sustancias tienen un gran potencial de dañar los órganos nobles que componen el sistema gastrointestinal, comprometiendo así las funciones del hígado y del estómago, por ejemplo. Pero, recuerde: como el alcohol tiene la capacidad de afectar la metabolización, estos daños nutricionales pueden ser causados a cualquier edad.
Hepatitis alcohólica
Esta enfermedad suele darse en personas que beben en exceso durante muchos años. Lo que la caracteriza es una inflamación del hígado relacionada con el abuso de cualquier bebida alcohólica, es decir, cuanto mayor sea el tiempo de ingesta mayor será el riesgo de padecer esta enfermedad.
Se considera una precirrosis, porque en esta fase de la enfermedad, el hígado empieza a estar comprometido. Generalmente, el 80% de los pacientes con hepatitis alcohólica tienen un historial de consumo de alcohol de más de 5 años. Los signos y síntomas más comunes son el agrandamiento del hígado, anorexia (pérdida de apetito), tumores, pérdida de peso, fiebre, dolor abdominal, entre otros.
Cirrosis
Clasificada como una de las peores enfermedades causadas por el alcoholismo, la cirrosis puede causar daños en el hígado que a menudo son imposibles de curar. A largo plazo, estos daños impiden la regeneración de las células y la circulación sanguínea, lo que provoca la sustitución del tejido hepático normal por nódulos y fibrosis, es decir, cicatrices.
El gran peligro de esta enfermedad es que es silenciosa durante años. Es decir, el hígado, a pesar de sufrir estas lesiones, no parece quejarse, lo que retrasa el diagnóstico médico. A menudo, cuando se identifica, se encuentra en una fase muy avanzada.
Gastritis
El consumo crónico de sustancias alcohólicas puede dañar la pared del estómago, dejando la capa protectora muy frágil, con lo que el estómago se vuelve cada vez más vulnerable e irritado, dando lugar a la enfermedad conocida como gastritis.
Otros síntomas, como náuseas, vómitos, dolores de cabeza y diarrea, pueden aparecer cuando esta enfermedad se encuentra en una fase más crítica.
Trastornos emocionales
Algunas enfermedades emocionales también forman parte de la lista de enfermedades causadas por el alcoholismo. Las personas dependientes del alcohol tienen mayores dificultades para manejar o juzgar sus emociones. Como generalmente utilizan la bebida como una forma de escapar de sus emociones o conflictos, quienes tienen esta adicción tienden a tener una inteligencia emocional comprometida.
Entre las más famosas, la depresión y las crisis de ansiedad son algunas de las enfermedades emocionales generadas por el alcoholismo. Algunos resultados de los efectos tóxicos del alcohol, en los circuitos neuronales, acaban imposibilitando al adicto para reaccionar adecuadamente a su entorno.
Implicación del cerebro
La Demencia Alcohólica es uno de los síntomas neuronales más comunes en las personas con adicción al alcohol. Es una condición causada por el consumo excesivo de alcohol, y se clasifica como una enfermedad de mayor preocupación cuando se bebe en exceso.
Entre los factores agravantes para la salud cerebral se encuentra el deterioro de la memoria y el razonamiento, mucha dificultad con el proceso de aprendizaje y otras funciones cerebrales. Cualquier persona que ingiera cantidades excesivas de alcohol a lo largo de la vida tiende a tener el riesgo de desarrollar estas enfermedades.
Cómo tratar el alcoholismo
¿Cómo puedo dejar de beber? Esta es una de las preguntas que acaban haciéndose muchos de los que sufren esta adicción. En los siguientes temas enumeramos algunas sugerencias de actitudes que se pueden hacer para tratar el alcoholismo.
Decidir pedir ayuda
Quizás reconocer que se necesita ayuda no sea una tarea tan fácil para una persona que sufre de alcoholismo. Sin embargo, siempre es bueno recordar que cuanto antes se pueda pedir ayuda, mayores serán las posibilidades de una recuperación exitosa.
Desgraciadamente, la sociedad considera el problema del alcohol como un problema moral. Aceptar que esto no es cierto es un gran paso. Muchas personas tienen miedo o vergüenza de pedir ayuda porque están demasiado preocupadas por lo que los demás pensarán de ellas.
Así que recuerde, el alcoholismo es una enfermedad como cualquier otra. Ser capaz de identificar el problema de la adicción al alcohol y recibir un tratamiento adecuado y eficaz lo antes posible le ayudará a tener más salud y calidad de vida.
Tratamiento
Conseguir un tratamiento adecuado para la etapa en la que se encuentra la persona dentro del alcoholismo, dependerá del grado de dependencia del individuo.
El proceso de tratamiento puede incluir pasos como la desintoxicación, el uso de medicación (para permitir que el alcohol se vuelva aversivo o para reducir la compulsión por el alcohol), el asesoramiento para ayudar a las personas a identificar los contextos que les llevan a beber, entre otros.
El tratamiento puede realizarse en hospitales, en domicilios o en consultas externas. En la fase de tratamiento, el apoyo de la familia es crucial para que sea un proceso más efectivo. Contar con el apoyo de la familia, incluso más en los aspectos emocionales, ayudará al adicto a sentirse más seguro de su propio progreso en el tratamiento.
Alcohólicos Anónimos
Se trata de una comunidad de hombres y mujeres que se ayudan mutuamente a conseguir la sobriedad. Conocida como AA, esta comunidad tiene la intención de que los propios miembros se ayuden mutuamente compartiendo testimonios y experiencias respecto al proceso de recuperación del alcoholismo.
No todas las personas se adaptan a la forma de tratamiento de AA, sin embargo, pueden existir otros enfoques. Incluso las personas que se adaptan al programa identifican otras alternativas para mejorar su tratamiento, buscando siempre el consejo de un médico.
¿Se puede curar el alcoholismo?
Aunque el alcoholismo tiene algunas fuentes de tratamiento, es una enfermedad que no tiene cura, lo que significa que aunque un alcohólico esté sobrio durante un largo periodo de tiempo, puede sufrir algunas recaídas.
Pero recuerda: cualquier recaída es natural que ocurra en esta búsqueda de mejora, lo importante es no perder el foco y buscar siempre tu salud primero.