Sociología de la moda

Del clasismo y la inclusión en el diseño­­

14 julio, 2020
diseño de inclusión

 

Si habláramos de mitos y realidades de la moda, se podría decir que una realidad popular es que la moda es una industria que divide a la sociedad de acuerdo con su apariencia física, su poder adquisitivo, entre otras características.

En esta semana viví dos situaciones en las que mis intereses como diseñadora formaron parte central en conversaciones con fines profesionales. En ambas conversaciones se le prestó especial interés a mi herencia cultural, por lo que me pareció importante hacer una reflexión sobre la importancia de la inclusión en las prácticas del diseño en el 2020. En las conversaciones antes mencionadas, por un momento me pareció que era una experiencia extraordinaria e incluso era extraño que las personas quisieran saber más sobre la manera en la que me identifico en el contexto étnico y racial. Aunque en estas dos situaciones había razones específicas para incorporar el tema y participe sabiendo la razón de ser, no pude evitar acordarme de otras ocasiones en las que mi forma de vestir, mi pertenencia o no a un grupo étnico, mi forma de hablar y las escuelas a las que asistí fueron tomadas en consideración sin advertencia para darme o no un trabajo.

Este puede ser un tema sensible para muchas personas, sobre todo para aquellos que lo han vivido y que saben perfectamente de lo que hablo. Para otras personas, puede que no les haya sucedido en primera persona pero fueron testigos o posiblemente son quienes diferenciaron entre uno y otro profesional.

 

¿Por qué te cuento esto?

Personalmente no había sido consciente de lo importante que es para algunos encajar en el perfil, y no me refiero al C.V., si no al valor que le dan a una persona partiendo de qué tanto coinciden con el estereotipo para cubrir un puesto, por ejemplo: para ser diseñador y trabajar en moda.

La primera vez que fui consciente de la situación fue hace unos 4 años cuando en la empresa en la que trabajaba se abrió una vacante para jefe de diseño. Era una posición nueva que incluía funciones que yo hacía naturalmente dentro de mi equipo y que además hacía muy contenta. Así que al ver que cumplía con el perfil para ocupar el puesto, me postulé de acuerdo al proceso que Recursos Humanos me indicó.

Pasaron varias semanas y no me daban respuesta, así que fui investigando cómo serían las entrevistas. De esa forma me enteré que a los candidatos les solicitaban aterrizar una idea y plantearla como proyecto, ¡Excelente, mi trabajo de todos los días! Así que no tendría problema al presentarlo. En los siguientes días al llegar a mi casa realicé todo un proyecto que respaldaba con investigaciones de mercado, el proceso de producción, la relación con el equipo e incluso propuestas que ya había sondeado con otros diseñadores de las plantas de otras partes del mundo.

Por lo que el día que finalmente recibí el mail de la gerencia que me pedían subir a hablar con ellos, yo estaba lista para entregar mi proyecto y exponer mis ideas. Sin embargo la persona encargada de hacer la selección me anunció que el trabajo se lo darían a una persona extranjera “de mundo” que había viajado mucho.

¿Podría yo sonar como una envidiosa? Lo hubiera sido si no me hubiera dicho que la persona en cuestión tenía conocimiento limitados en diseño textil y que me pedían hacer los procesos técnicos que esta persona no sabía hacer. Esto significaba que tendría la responsabilidad de hacer el trabajo pero sin los viajes, el aumento de sueldo o el reconocimiento.

 

INCLUSIÓN

 

¿Qué era lo que realmente estaba buscando la dirección de esta empresa?

A ciencia cierta nunca lo sabré, me tomó un rato entender que la selección no se había hecho basándose en el perfil y las habilidades profesionales, si no en características ajenas al perfil profesional que se relacionaban con la apariencia física y la fortuna de haber recorrido el mundo.

En los últimos años hemos visto personajes con una fuerte identidad cultural aparecer en publicaciones como la revista Vogue como son la actriz Yalitza Aparicio y más recientemente la modelo Karen Vega, ambas oaxaqueñas. Esto me ha hecho pensar que la intención de cambio va en aumento, de la mano con la tendencia a reflejar la diversidad que hay en México. Curiosamente, en entrevistas dadas a varios medios, tanto Vega como Aparicio coinciden en haber salido por primera vez de su región a partir de oportunidades de trabajo. ¿Será que nos acercamos a un reconocimiento del valor local? ¿será que los prescriptores de moda han decidido exportar conceptos culturales mexicanos?¿será que a mayor conciencia sobre la diversidad disminuiremos el clasismo en nuestro país?

Sinceramente me gustaría saber tu opinión ¿crees que llegaremos a un momento en que la inclusión sea una realidad en la moda y otros aspectos de la vida?

 

 

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