Me causa conflicto eso de fajarse el huipil a la cintura y quiero aclarar que mi conflicto interno viene del no saber si estoy de acuerdo con ello o no, porque ¿Quién soy yo para decir si está bien o mal?. En esta reflexión les hablaré del uso occidental de los huipiles en la era del Instagram.
Hace unos días a propósito de las fiestas patrias estuve “investigando” en las redes sociales los looks que las personas utilizaron para festejar este evento, aunque este año la indicación y sentido común nos mandó a quedarnos en casa, motivados por la falta de eventos sociales desde hace medio año, noté que mucha gente uso este día como excusa para cambiar su vestuario de cuarentena y festejar desde sus casas.
Es así como después de ver las fotografías publicadas y hacer una revisión en la inmensidad de imágenes en Instagram comenzó a darme comezón emocional ver repetidamente tanto a personas así como también vitrina virtuales que mostraban huipiles fajados a la cintura.
¿Por qué esto es un tema de análisis?
Lo que causa el conflicto inicial es que la estructura de un huipil es naturalmente geométrica, generalmente rectangular o cuadrada formada por lienzos tejidos que en su forma representan la estética y la visión de la silueta humana de las culturas que formaron ciudades monumentales en la región de mesoamérica, una estructura que se crea a partir del proceso técnico de construcción de estas piezas. Algunas variedades son hechas en lienzos de telar de cintura con anchos que varían dependiendo de la técnica de quién lo elabora. Aunque también existen los huipiles elaborados con una base de textil industrial que incluyen la geometría en el bordado que decoran estas prendas como lo hacen en del Istmo de Tehuantepec.
Los huipiles llevan en su elaboración procesos específicos que varían dependiendo de la región en la cuál son elaborados, en muchos casos cuentan historias y en otros los detalles funcionan como ornamentos. Sin embargo con el paso de los años los artesanos también han creado opciones actualizadas para el comercio como los elaborados en San Juan Guichicovi Oaxaca mientras que algunos diseñadores como Carla Fernández retoman la silueta como elemento creativo.
Por lo anterior es que percibo un conflicto entre la cultura, la identidad, la preservación y la moda. En los últimos años tanto la individualidad como la creatividad se han vuelto indispensables en la manera en la que se usa la ropa, por lo que ha sido inevitable ver como crece el público que busca comprar piezas únicas para su clóset. Como resultado la oferta de prendas con argumento artesanal-ancestral se ha elevado lo que ha provocado que veamos una infinidad de puntos de vista en las redes sociales (no tengo pruebas de ello pero tampoco dudas).
¿Qué pasa con el huipil que no fue diseñado para los nuevos looks?
Si bien las mismas culturas o creativos han rediseñado esta prenda para agradar a un público más acostumbrado a la estética occidental, ¿Cuál es la necesidad de agregar una faja a una prenda que no fue hecha de esa manera?. Mi conflicto no sería conflicto si más personas fueran conscientes de la estética de un huipil y aceptaran la belleza de la geometría, una faja arruga esta imagen.
En esta reflexión no busco analizar la cosmovisión de cada una de las variedades de huipiles que visten a las diferentes culturas, eso será tema de investigaciones futuras, sin embargo, sí podemos comenzar analizando la manera en la que estilizamos el huipil y si nuestra visión de belleza le hace justicia a esta prenda atávica.
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