Pensando en el valor de un traje, la modernidad…
Cuando cumplí 25 años mi mamá me regaló un traje con flores tejidas en color «fresa» ella le llama así a una gama de rosas, desde un tono rosa pálido, hasta un color rosa más intenso. Efectivamente, la combinación hace que las flores tengan color de fruta. Además le colocó a mi regalo un holán que ella misma hizo con organdí y que envió a bordar con tejido de cadenilla.
¿Por qué te cuento esto?
Hoy en la mañana cuando subía las escaleras volví a fijarme en los cuadros que tengo colgados en la pared de la escalera, imágenes en blanco y negro de miembros de mi familia. En una de las fotos esta mi mamá cuando era niña, usando un traje que yo sé que es rojo porque tuve el gusto de usarlo; ella me contó que su abuela la llevó a tomarse esa foto, cuando aún eran un lujo. La peinó con dos trenzas muy restiradas amarradas con listones que cuelgan al final de su pelo y muy “juiciosa” luce su traje frente a la cámara.
Más adelante de la escalera hay otro retrato, uno de mi abuela paterna con un atuendo más sencillo, ropa de diario. Un huipil de cadenilla de tres golpes, trenzas amarradas sobre la cabeza, luciendo su joyería especialmente para la foto.
No siempre hablo de mí, es más, soy de esas personas que piensan que hablar de uno mismo es sumamente complicado. Pero considero que al escribir este blog sobre la sociología y la identidad de la moda, es importante contarles de dónde vengo. Por eso hoy quiero compartirles un poco de mi vida, algo significativo y el por qué de mi trabajo.
Cómo ya les había platicado en otra parte del blog, nací en un lugar llamado Juchitán de Zaragoza Oaxaca, sí, uno tiene que decir el nombre completo porque si no es como si se hablará de un pueblo ajeno. Crecí en ese lugar donde el mestizaje es obvio a simple vista. Desde que eres niña te inculcan el cariño a la ropa tradicional. En este lugar es tan natural ver a las mujeres luciendo los trajes regionales, que desde que tienes uso de razón participas en los eventos sociales y asistes a ellos luciendo ropa bordada y peinados de flores y listones.
Por eso no es extraño que cuando cumplí mi primer cuarto de siglo, mi mamá me obsequiara un traje nuevo. Un traje, además de ser una inversión importante, también tiene un gran valor sentimental, yo puedo decir que esa pieza en particular la guardaré para ocasiones especiales y quizá, la heredaré a mi descendencia.
Si reflexionamos sobre el contenido de nuestro clóset, seguramente encontraremos varias piezas con historia, prendas que nos trae recuerdos gratos de nuestra vida y que por ello siguen ahí. Esta ropa quizá algún día lleguen a ser reliquias para alguien más. Sobre este fenómeno Charles Baudelaire tiene algunas ideas para reflexionar. Baudelaire afirma que todas las creaciones modernas tienen un tiempo limitado para ser modernas, dependen de la armonía de la imagen, la ropa, el peinado e inclusive el gesto; Sin embargo, quien tiene la última palabra es el tiempo, que le dará la apreciación y el valor trascendental si es que estas lo merecen.
“En una palabra, para que toda modernidad sea digna de transformarse en antigüedad, hace falta extraer la belleza misteriosa que la vida humana esconde de ella involuntariamente”
Entonces, si nos preguntamos ¿Quién ha hecho que ciertas prendas pasen a la historia? Yo coincidiría con Baudelaire y diría que todo es cuestión de tiempo.
Pero, para ti, cuáles serían las prendas que pasarían a tu historia. Me encantaría que me contarás en los comentarios.
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