Historia de moda

Lo importante de una máquina de coser

12 junio, 2020
Máquina singer

Pocas cosas han modificado tanto el rumbo de la moda como lo hizo la máquina de coser. A finales del siglo XIX justo después de que la Revolución Industrial encaminara a la moda a lo que llegaría a ser una de las industrias más redituables del mundo, una pequeña máquina formaría parte esencial de muchos de los hogares del mundo.

La máquina de coser, principalmente la que Isaac Merritt Singer patentó en 1851 en Estados Unidos, se popularizó entre las mujeres de su época, ya que en ella encontraban la promesa de un ingreso adicional y en algunos casos incluso la independencia económica. A pesar que la gran mayoría de las mujeres no se podían permitir costear el precio de la máquina, Singer pensó en una opción que facilitara a sus nuevas usuarias adquirir la costosa máquina que era fabricada en hierro fundido y con finos detalle dorados. Singer pensó que entregar las máquinas a los usuarios y dejar que la pagaran en cuotas durante algunos años, beneficiaría a ambos lados, así fue como llegó a vender más de 25 mil máquinas en los primeros años duplicando sus ventas año con año.

Antes de que la máquina de coser se popularizara, todo aquello que necesita coserse era hecho a mano, por lo que la elaboración de una prenda podía llevar semanas. Así que la promesa de 900 puntadas por minuto era una gran diferencia en los procesos de manufactura que se acostumbraban en ese tiempo, multiplicando la producción en un 90%. Además, a partir de algunas modificaciones en la máquina, se podían usar en otros productos como libros y zapatos.

 

 

Sin olvidar que la tarea de vestir a la familia ha sido históricamente asignado a las mujeres, desde tejidos hasta la confección de las prendas, el invento de la máquina de coser de uso doméstico cambió la forma en la que las mujeres vivían sus días. Algunas la integraron a sus quehaceres domésticos, otras dividían su tiempo entre trabajos y otras creaban negocios desde sus hogares.

Actualmente el saber usar una máquina de coser no es una costumbre generalizada en nuestra sociedad. Sin embargo, considerando los cambios en los que nos hemos encontrado en los últimos años, quizá no sería tan mala idea poder recuperar un poco de independencia creativa y concientizar cómo este proceso que cambió la forma de ver la ropa a finales del siglo XIX se convirtió en algo esencial de la economía mundial.

 

 

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