Desde hace algunos meses se puso de moda la palabra “plagio”, no es que antes no fuera importante, pero desde que salió a la luz lo ocurrido con la prenda de la diseñadora francesa Isabel Marant y la notable similitud con las blusas de Santa María Tlahuitoltepec en Oaxaca, la inspiración dejó de causar gracia y la multitud enardecida brincó manifestando su inconformidad. El internet se volvió una gran hoguera que crecía con los comentarios y notas que diversos usuarios agregaban al caso. Inclusive llegó a generarse una petición en Change.org que miles de personas firmaron. En lo particular me costó un rato encontrar el meollo del asunto, sobre todo porque no es la primera vez que algo parecido sucede. En general, el diseño es una de esas actividades en las que todo esta descubierto, no hay un hilo negro que perseguir, lo cual es irónico, ya que con todos los cambios que suceden día a día, la moda no ha generado, últimamente, una revolución que llegue y cambie a las masas.
En moda, la cuestión de los derechos de autor es un asunto complicado.
Históricamente, la moda es moda porque puede copiarse y por más que luche un diseñador por conservar los derechos de su “creación” llevaría más tiempo haciendo el papeleo para obtener los derechos de un diseño, que el tiempo de vida de la prenda en el mercado. Y si tomamos en cuenta, que por lo general las propuestas de un diseñador están basadas en una tendencia, o en el trabajo previo de otro creativo ¿No sería entonces esta una cadena de derechos? ¿Hasta dónde se puede alegar inspiración y hasta dónde imitación?
Este sin dudas es un tema complejo, por un lado la comunidad manifestó su inconformidad ante Isabel Marant, llenando sus redes sociales de insultos y demás descontentos. Si bien coincido en que la referencia a la prenda de la comunidad oaxaqueña era excesivamente exacta, me gustaría tener ambas prendas para hacer un comparativo de materiales, técnicas de elaboración y acabados, porque eso sí. Si la marca francesa hizo algún cambio o alguna mejora, estarían en su derecho de vender su prenda de la manera que les pareciera más apropiada y podrían agregar valor a su prenda, dando la referencia y reconocimiento a la cultura y artesanos en los que se inspiraron.
El derecho a la inspiración y el plagio, el fenómeno de la cultura Mexi
En México la moda Mexi es todo un tema, cada día aparecen nuevas marcas que ofrecen “rescatar” la cultura y el valor de las creaciones que artesanos han elaborado generación tras generación. Un poco más de tejido, una paleta de colores distinta. Una oferta muy apreciada por turistas extranjeros y tema frecuente en actividades culturales y educativas.
Sin embargo el fenómeno que esta surgiendo en nuestro país, entre la artesanía y la moda, es un tema que no queda muy claro aún. ¿Hasta donde es merito del diseñador y hasta donde mérito del artesano y las comunidades? ¿Solo los mexicanos pueden hacer uso de las referencias culturales textiles del país? Estas son algunas preguntas que aún me hago y estoy dispuesta a encontrar una respuesta próximamente.
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